Hacía tiempo que quería escribir una entrada hablando sobre los precios de nosotros, los fotógrafos de bodas (y otro tipo de sesiones también).
Mucha gente se escandaliza al conocer cuánto puede llegar a cobrar un fotógrafo, calculando una media de unos 1.300€ por un reportaje completo desde los preparativos hasta el baile nupcial. He de decir que todo ese dinero no va para nuestros bolsillos. Ojalá!
Para empezar, aquí en Francia, entre el 20 y 40% de ese dinero se va en impuestos, con lo que si descontamos éste último porcentaje nos quedaría la cantidad de 780€. No está mal si de ahí no tienes que pagar desplazamiento, comprar material o equipo (teniendo en cuenta que sólo un objetivo de buena calidad cuesta de 1000€ hacia arriba), pagar dominio web, diseño, etc.
Apartando el tema económico, nos encontramos con el tema humano. Los fotógrafos no sólo cogemos la cámara y disparamos. Los fotógrafos antes de hacer la foto, la pensamos (después de años este procedimiento se convierte en casi automático). Pero empecemos por el principio.
El trabajo comienza cuando una pareja o persona se pone en contacto conmigo para conocer mis tarifas, generalmente por email. A veces lo tienen claro y contratan enseguida, otras veces, tras decenas de emails (o llamadas telefónicas) respondiendo a todas sus preguntas, simplemente desaparecen. Así es este trabajo.
Antes de la boda, es importante quedar con los novios para conocerlos, ya sea para tomar un café o hacer la preboda. Estas reuniones no son consideradas como trabajo por muchos, pero es tiempo que se pierde, y como tal hay que tenerlo en cuenta y sobre todo valorarlo.
Ahora viene lo mejor. El día de la boda!
Partiendo de que sea una boda de tarde, y de que el fotógrafo no tenga que desplazarse más de 50km, generalmente nuestro trabajo empieza sobre las 10 u 11 de la mañana. Como mujer fotógrafa, hay que arreglarse un poquito y llegar presentable al evento (los hombres lo tienen más fácil y rápido supongo). Tras aproximadamente 1h ya estás lista, no sin antes repasar todo el equipo que vas a utilizar: cámaras, baterías cargadas, objetivos, flash, unas galletitas para media tarde… Y llega el momento de irse a hacer magia con tu cámara, con mariposas en el estómago incluidas.
Tras media/una hora de trayecto llegas a la casa de la novia (generalmente empiezan a arreglarse sobre las 13.00h/14.00h dependiendo de la hora de la ceremonia). Empiezas a fotografiar detalles, familiares, a la novia peinándose, maquillándose, poniéndose el vestido, capturando con cada fotografía esos nervios que se palpan en el ambiente, sabiendo que probablemente ése sea uno de los días más importantes de los allí presentes y tú simplemente lo estás inmortalizando. Fotografías que ellos verán y verán a lo largo de su vida. En los preparativos también hay lugar para algunas fotos de grupo íntimas. Nada puede fallar.
Ahora es el momento de ir a la Iglesia/ceremonia civil. Otro desplazamiento más, aunque generalmente hay que hacer poco recorrido. Este es uno de los momentos más especiales y emotivos del día, y el más preocupante para cualquier fotógrafo. Recuerdo una vez que, en una pequeña Iglesia, tras 10 minutos de ceremonia, el señor de la coral de la Iglesia vino hacia mí y tajantemente me prohibió seguir haciendo fotografias, que aquello era una ceremonia religiosa en la casa de Dios. Yo, que no utilizo flash y siempre intento molestar lo más mínimo, seguí haciendo mi trabajo bajo la mirada asesina del señor. Después bien que posó en las fotos de grupo. Desde ese momento siempre aviso y reaviso a los novios que hablen con el cura del tema de las fotografías.
Otro momento bochornoso de las ceremonias es cuando algun familiar se entromete con su súper cámara a hacer fotografías. Tengo cientos de fotos que podrían ser casi perfectas si no fuera por esa silueta oscura que aparece tras los novios en el altar con una cámara de fotos. Y eso cuando no se plantan delante tuya, impidiéndote hacer fotos más allá de su cabeza. En fin, no sigo que si no no paro. Pero estas son algunas de aquellas cosas que debemos «aguantar» simplemente en el momento de la ceremonia.
Tras llenarte la cabeza de arroz, porque al fotógrafo le cae casi la misma cantidad de arroz que a los novios, nos vamos a hacer las fotos de pareja. La mayoría de las bodas son en verano, y son maravillosas, pero pleno julio o agosto en España, sobre todo al sur, supone llegar a los 40º al sol. Los fotógrafos sudamos lo que no está escrito durante el día. Pero este es uno de mis momentos favoritos, cuando tienes a los novios sólo para ti, relajados tras la ceremonia, con la suave luz de los últimos rayos de sol.
Ahora viene otra parte interesante. Las fotografías de grupo. Cuando crees que ya has acabado, siempre quedará alguna foto por venir. Desde aquí, novios, os recomiendo hacer un planning con todas las fotos que queréis y con quién, así no os olvidaréis de nadie 😉
En todo este tiempo, y ya serán como las 20.00h, el único momento en el que los fotógrafos nos podemos sentar es en los desplazamientos en coche. Así que llevamos 7h y media aproximadamente en pie sin descansar. Y ¿os acordáis de esas galletitas que eché para media tarde? No ha habido tiempo de comerlas y, como siempre, las llevaré de vuelta a casa porque… empieza la copa de bienvenida.
Aquí empieza la parte más divertida, cuando los invitados empiezan a perder la verguenza ante la cámara. Personalmente, en cuanto empieza la cena (sobre las 22.00), y sin perder de vista a los novios, me siento a descansar y a comer un poco. Obviamente te levantas a fotografiar momentos especiales que ocurren durante la comida, pero eso de fotografiar personas mientras comen no es lo mío.
Las cenas, incluyendo la tarta, suelen acabar entre las 00.00 y las 02.00h generalmente. A estas horas, los fotógrafos estamos ya casi para el arrastre: pies hinchados, dolor de espalda, cansancio, sueño, pegajosos tras todo el día sudando… con la diferencia de que al llegar la noche y al ser una boda al aire libre, te estás quedando helada, sobre todo en bodas lejos de la costa.
Mientras todos se lo pasan pipa en la fiesta, tú intentas mantener el tipo, sonreir y hacer las últimas fotos tras más de 14h de pie.
Son las 02.oo o 03.00h de la madrugada. Te despides de tus novios, coges el coche, media o una hora de trayecto, llegas a casa, te duchas, desmaquillas, te pones el pijama y allá sobre las 04.00h te metes en la cama, tan cansada que ni te puedes dormir.
¿Crees que ya he acabado? Pues no! Casi al día siguiente metes todas las fotos en el ordenador para empezar a editarlas, un proceso que dura, dependiendo del fotógrafo, entre 1 semana y dos meses. Horas y horas frente a la pantalla del ordenador, retocando foto por foto la boda entera. Se podría decir que el trabajo acaba cuando el material es entregado a los novios, pero no. Ahora queda la parte de enseñar al mundo tu trabajo, publicando alguna foto en Facebook, haciendo una entrada en el blog, actualizando tu web… Y todo esto sin descuidar tu bandeja de correo electrónico, pues a diario recibes varias peticiones de presupuesto que debes contestar lo más rápido posible.
Hay que tener en cuenta que no todos los fotógrafos tienen bodas todo el año, y que se pierden muchas de las bodas de sus amigos y familiares.
Y esa es la jornada más usual de un fotógrafo en temporada alta, al menos en mi caso. Y no me quejo, adoro mi trabajo, sólo quiero mostraros un poco por qué cobramos lo que cobramos.
Miguel TorreiraFelicidades por tu entrada, es una pen que muchas parejas no vean el esfuerzo y el interes que prestamos a su gran día con una cosa muy importante quitando tiempo de estar con nuestra familia.
Felicidades por tu bello trabajo un abrazo
LidiaHola Lucía:
A pesar de no haberme visto nunca en la situación de contratar a un fotógrafo de bodas, entiendo lo que cuentas y soy consciente de que a veces no se valora vuestro trabajo. Seguramente los 1.000 euros están más que justificados, pero no estoy de acuerdo en que los justifiques con lo que cuesta un objetivo. En todos los trabajos hay que hacer una inversión en material que irá dando sus frutos a lo largo del tiempo. Por otro lado, el tiempo que dedicas a publicitar tu trabajo en Facebook no forma parte de las horas de trabajo contratadas por los novios.
En todo lo demás estoy de acuerdo.
Un saludo y gracias.
AdaraYo te quiero como fotógrafa el día de mi boda guapa!
LuciaGracias Miguel Torreira.
Lidia:
Sí, al principio se invierte en material, pero si ese material se rompe, hay que tirar de un fondo que, si no cobras bien tu trabajo, es inexistente. Y el objetivo es sólo un ejemplo.
En cuanto al tiempo que gasto en publicitar mi trabajo, los novios no me contratan para ello, obvio, pero sí que es un tiempo que para mí es considerado trabajo no remunerado, por lo que se podría decir que mis trabajos fotográficos cubren ese tipo de horas.
Muchas gracias a ti por comentar 🙂
Adara, eso está hecho! 🙂
Lidia ClementeMe parece un debate muy necesario, Lucía! Hay que abrir los ojos a la gente que menosprecia la fotografía de bodas, porque además de todas las razones materiales que ya expones, la gente debe considerar la responsabilidad de tu trabajo, y a todo lo anterior, sumar el aporte creativo y artístico que tú añades y que es algo único que también debes valorar. Por cierto, preciosa tu web. Un saludo!